
DEPORTE Y OXIGENACIÓN
En aras de lograr sensibilizarnos, lo primero
que quiero que hagas es imaginarte quinientos o mil años atrás; qué clase de
actividad física tenían los seres humanos en esa época. No es difícil darse
cuenta: no existían los vehículos de transporte como hace 200 años, aunque
existían otros medios como los caballos, los camellos; pero, estaban
disponibles solo para unos pocos, por tanto su desplazamiento se limitaba a sus
propios esfuerzos físicos, caminando o corriendo. Te imaginas ya cómo era el
nivel de actividad física y de desgaste energético? Qué tanta gente habría con
sobrepeso u obesidad?, la respuesta es casi nula (no me atrevo a decir que nula)
ya que el desgaste generado por la alta actividad física es tan alto que impide
la acumulación de calorías las cuales se transforman en grasa como se da en la
actualidad y obviamente los alimentos de la época no son como los muchos de
hoy, de alto contenido calórico. De ahí, una buena condición biofísica.
Un segundo beneficio, al practicar algún deporte, tiene que ver con uno de los varios fenómenos automáticos que están directamente relacionados con la intensidad de la actividad física y es el aumento de la oxigenación de nuestro organismo. Resulta que el oxígeno que respiramos tiene una función especial entre otras: es una de las fuentes de energía para el funcionamiento adecuado de nuestras células, tejidos y órganos; de ahí que cuando nos enfrentamos a una actividad deportiva, una de las recomendaciones universalmente indicada y aceptada es primero, una buena hidratación ya que el agua también contiene oxígeno (recordemos la estructura molecular del agua: H2O) y segundo, aumentar las inspiraciones y espiraciones en una forma rítmica; esto con el fin de que los órganos como los músculos del esqueleto y del corazón puedan generar la suficiente energía para permitir que el cuerpo pueda realizar movimientos forzosos y desplazamientos acelerados por tiempos prolongados en forma sostenida y a su vez se pueda liberar adecuadamente el dióxido de carbono que se genera después de la respiración celular, sin que se produzca ciclos anaeróbicos que conlleven a fatiga rápida, sensación de ahogo, mareos o pérdida del conocimiento, o eventos cardíacos como anginas o infartos.
Los seres de antes vivían más tiempo que los de hoy, y tenían una condición física muy diferente a la actualidad, tendrá algo que ver la actividad física?, cómo adquirir y mantener una condición física?
Es solo es cuestión de incorporar en la mente el sabio refrán: “mente sana en cuerpo sano” y aplicar esta sencilla regla:
El deporte practicado por una hora, tres veces a la semana, el cual ha mostrado un nivel de desgaste energético que permite alcanzar y mantener el peso adecuado, realizado de manera continua en el tiempo, además permite lograr un mayor nivel de oxigenación de la sangre y órganos como el corazón y cerebro, también permite mejorar los niveles de colesterol y la captación de la insulina por las células para mantener niveles adecuados de azúcar en sangre, también mejorar las funciones el sistema inmunológico. Realizar 10 a 15 respiraciones, 10 o más veces al día aunque estemos en estados de quietud (si es al aire libre, mejor), también mejorará la oxigenación de todos los tejidos. De esta manera es posible contribuir a una expectativa de vida prolongada.
El balance perfecto incluye dieta y actividad
deportiva conjuntas, siempre. Ya las necesidades de acondicionamiento físico para
tu caso específico (en caso de presentar alguna limitación por enfermedad), las
dejo en manos del grupo que cuida tu salud. Debes tener en cuenta lo siguiente:
muchos intentos en este objetivo fallan debido a la falta de conciencia que
permita convertir estas dos actividades en hábitos, cuando ya estás habituado(a),
es tu subconsciente el que está funcionando......es tu turno, anímate. 
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